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  • Tradiciones de Camarzana
    Escrito por Administrador Plataforma, martes 11 de enero de 2011 , 19:34 hs

               CAMARZANA DE TERA

     

    Camarzana de Tera es un municipio de la provincia de Zamora, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, situado en la ribera del río.

    Los vestigios más antiguos del pueblo se remontan a la Edad de Hierro, en la que el pueblo se asentaba en una zona elevada y protegida llamada castro.

    De las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo, se han encontrado multitud de vasijas de cerámica y los cimientos de las típicas pallozas celtas, de forma circular.

    Camarzana cuenta con una magnífica iglesia: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Camarzana de Tera. En las inmediaciones del puente se encuentra también una playa fluvial “ La  Barca”  equipada con las instalaciones básicas y en la que se puede disfrutar de aguas cristalinas.

    Merece destacar la fiesta de La Trinidad, que se celebra en la ermita de su nombre, además de las ceremonias religiosas. Los cofrades ofrecen a todos los asistentes el típico pan, queso y vino que es degustado a la sombra de los fresnos y chopos que rodean la ermita.

    Por supuesto , hay que destacar la fiesta patronal La Asunción , el 15 de  agosto , que conserva algunas tradiciones pasadas, como la Procesión de la Asunción que recorre el día 15 las calles del pueblo y la de San Roque, al día siguiente, como agradecimiento a la cura de la peste bubónica, que se remonta a épocas medievales.

    TRADICIONES:

    Siega: Se comenzaba por la siega de los cereales en la tierra, le seguía el acarreo, ya en las eras, el trigo se disponía en grandes medas hasta que comenzase la trilla. Una vez trillado, se esperaba a que llegase el viento para separar el trigo de la paja.

    Vendimia: La vendimia se realizaba en talegones de mimbre en los que se recogía la uva que era transportada al exterior de la bodega para que le diera el aire y se mantuviera fresco.

    Matanza: Una vez que el cerdo era sujetado por los hombres más fuertes, se mataba con el cuchillo. Una vez muerto el cerdo, era chamuscado. Después, el cerdo se abría y se extraía el interior que se guardaba en baldes para proceder a su lavado y conseguir las tripas donde se envasarían los chorizos. El cerdo se dejaba durante 24 horas al aire libre para después deshacerlo.

     Autor: Alejandro Sastre Tapioles

  • Historia de tres guitarras
    Escrito por Administrador Plataforma, miércoles 30 de junio de 2010 , 13:51 hs , en Visitas y actividades

    Por Maitane Antón, 4.º B de ESO

    En el mes de abril varios alumnos de 2.º y de 4.º de ESO fuimos a Bermillo de Sayago con nuestro profesor de Música, Nacho García, para asistir a un concierto didáctico a cargo del músico Suso González, quien hizo todo un recorrido por la historia de la música moderna a través de sus guitarras.

    toda guitarra consta de clavijero, mástil con trastes, caja de resonancia y cuerdas. a partir de ahí existen varios tipos de guitarras:

    • GUITARRA ACÚSTICA La guitarra acústica tiene una gran caja de resonancia y su sonido, originalmente, no está amplificado. Básicamente viene a ser como una guitarra clásica, la diferencia fundamental está en que sus cuerdas son metálicas y eso le aporta un sonido especialmente cristalino.
    • GUITARRA ELECTRO ACÚSTICA La guitarra electroacústica es una guitarra acústica a la que se le añaden unos transductores llamados “pastillas” y un amplificador para que se pueda escuchar con un mayor volumen. Su caja de resonancia es menor que la de la guitarra acústica.
    • GUITARRA ELÉCTRICA La guitarra electroacústica se convertirá en guitarra eléctrica al añadirle transductores electromagnéticos llamados pastillas que convierten las vibraciones de las cuerdas en señales eléctricas y pueden ser procesadas y amplificadas.

    Suso González también explicó la importancia de la guitarra en diferentes canciones importantes de la historia de la música como por ejemplo las siguientes:

    • Blues. “Love in vain” Robert Johnson.
    • Ragtime: “The entertainer” Scott Joplin.
    • Swing: “In the mood” Glenn Miller.
    • Rock & Roll: “Rock around the clock” Bill Halley & The comets.
    • Rock: “Little wing” Jimmy Hendrix.
    • Heavy rock: “Smoke on the water” Deep Purple.

    Suso González es de Valladolid. El desarrollo de su carrera está basado en una sólida formación académica y su actividad laboral aborda un amplio abanico de ámbitos relacionados con la música: interpretación, docencia y composición. Tiene la titulación de Profesor Superior de Guitarra por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ha ejercido su labor docente en el Departamento de Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Valladolid y en el Conservatorio de Música de Valladolid. Ha colaborado con varios CPR de Castilla y León y con la Fundación ONCE. Grupos destacados con los que colabora habitualmente como intérprete: Celtas Cortos, Orquesta Sinfónica de Castilla y León, Concertango y Carnavals.

    Etiquetas: Visitas y actividades
    7 Comentarios
  • El dopaje en el deporte de alto rendimiento
    Escrito por Administrador Plataforma, miércoles 30 de junio de 2010 , 13:40 hs , en Deportes

    Por Nuria Uña Colinas, 1.º Bach. CT

    El dopaje o doping es la administración a una persona sana, o la utilización por ella misma, de sustancias extrañas al organismo o de sustancias fisiológicas en cantidades incrementadas o por vías anormales, que pueden ser potencialmente peligrosas para la salud de los deportistas, con el único fin de aumentar artificialmente y de forma ilegal el rendimiento de esta persona para participar en una competición.

    Se pueden llegar a considerar diferentes tipos de dopaje:

    • DOPAJE SANGUÍNEO: Este tipo de dopaje se refiere a la administración en sangre de glóbulos rojos o productos relacionados a una persona, proporcionando un aumento de las capacidades motoras del deportista y dejan al resto de sus competidores en gran desventaja.
    • ADMINISTRACIÓN DE OXÍGENO O EXPANSORES COLOIDALES DE PLASMA: La administración de este tipo de sustancias suele llevarse a cabo a través de la trasfusión de sangre o vectores artificiales de oxigeno como la hemoglobina sintética. Entre sus riesgos se encuentran el desarrollo de reacciones alérgicas así como daños renales o la trasmisión de enfer-medades infecciosas como las hepatitis arales o el SIDA.
    • MANEJO FARMACOLÓGICO, QUÍMICO O FÍSICO: Se trata de fármacos con los que se mejora la capacidad física (apertura de bronquios, mayor cantidad de glóbulos rojos en sangre…) y rendimiento de los atletas. Algunos pueden llegar a ser adictivos, sin embargo, se pueden consumir por medicación de un doctor. Algunas de estas sustancias son los anabolizantes, hormonas peptídicas, estimulantes, esteroides…

    Actualmente se está desarrollando el dopaje genético que es el uso no terapéutico de la terapia génica para mejorar el rendimiento atlético. Esto se consigue mediante la introducción de un gen artificial en el cuerpo.

    El dopaje y los distintos deportes

    Creo que en uno de los deportes en los que hay más dopaje, o al menos es uno de los más perseguidos, es el ciclismo. Aunque también la natación o el atletismo están ligados a estas prácticas al igual que muchos otros deportes. Una de las causas puede ser que el entorno deportivo está caracterizado por una elevada competitividad y tanto los atletas como su personal de apoyo se sienten cada vez más presionados para ganar sea como sea. En consecuencia, el uso de sustancias y métodos para mejorar el rendimiento está cada vez más generalizado, y no solo afecta a los atletas de élite sino también a jóvenes y aficionados al deporte.

    Dopaje y deporte de alto rendimiento

    Aunque el ciclismo es uno de los deportes en los que más casos se detectan y muchos otros deportistas de élite también consumen sustancias para aumentar su rendimiento, hay atletas que practican depor-te porque les gusta y no quieren poner en riesgo su salud me-diante estas sustancias. En el fútbol, que es uno de los de-portes donde más controles se realizan, las pruebas que dan resultados positivos son menos del 1%, y en muchas ocasiones las drogas que se detectan son drogas de “ocio”.

    ¿Merece la pena?

    En mi opinión esto no merece la pena porque la carrera del deportista es rela-tivamente corta y en cambio su cuerpo es para siempre. El deporte es esfuerzo y dedi-cación y no hace falta doparse para alcanzar la cima. Tomar este tipo de sustancias puede producir la muerte por un fallo que provoquen en el cuerpo y el dopaje sanguíneo puede llevar a contraer enferme-dades que son para siempre y cada vez serán peores. Por ello creo que todos deberíamos luchar por un deporte limpio, saludable y sin trampas.

    Etiquetas: Deportes
  • Alas de ilusión
    Escrito por Administrador Plataforma, lunes 7 de junio de 2010 , 17:39 hs , en Relatos

    Relato ganador del Concurso de Relato y Poesía 2010 organizado por el Departamento de Lengua Castellana y Literatura

    Por Alba Villarejo Villar, 2.º A de ESO

    Mario, pasea inquieto por la habitación, mira a su padre con ansiedad pero no se atreve a preguntar para no interrumpir. El padre trabaja pensando, solo faltan algunos lazos, se le veía disfrutar con lo que hacía. Pone el último, la levanta sobre su cabeza, le pasa la mano con mimo y la mira incluso con cariño.

    -Ha quedado muy bonita, ahora falta la prueba final.

    -Mario… Tu cometa está lista, vete a probarla, hazla volar.

    El niño coge su precioso regalo y sale corriendo, no puede esperar ni un segundo más. Llega a la pradera casi sin aliento. Comprueba la dirección del viento y va soltando el hilo poco a poco, hasta que la cometa comienza a elevarse. Aunque algo dubitativa: pri-mero sube con rapidez, luego parece caer sin control, pero finalmente remonta su vuelo. Hay una ligera brisa que la empuja con suavidad y la cometa sube, sube… Mario la mira embelesado.

    -Eres preciosa -le dice.

    Sus vivos colores brillan con el Sol, se ondula, cabecea, hasta parece saludarle y su larga cola baila sin parar. Mientras, Mario corre por el campo sin perderla de vista. De pronto la cometa se para, parece mirarle unos segundos y lentamente comienza a elevarse más y más… No consigue sujetarla y Mario la mira angustiado hasta perderla de vista. La cometa vuela pos sí sola. El viento la lleva lejos, muy lejos de donde estaba. La imagen que veía desde lo alto la puso muy triste. El Sol calentaba con fuerza, a pesar de ser media tarde, los niños negritos llevaban pesadas vasijas de agua sobre sus cabezas y aún les quedaba mucho camino hasta su poblado. Con la cometa llegó el viento, eso les aliviaba el calor.

    -¡Algo vuela en el horizonte! Se va acercando, tal vez sea un águila.

    -¡Eh! Es un pájaro de papel brillante con una larga cola llena de lazos-dice Kamir.

    La cometa se gira y empieza a volar delante de ellos.

    -¡Kamir, intenta cogerla!- le grita Lita.

    -No puedo, corre demasiado.

    Todos ríen, es divertido, sube, baja, ahora corre, ahora se para, juega con ellos… Kamir, Lita, Masu… Todos la siguen entre carrerillas intentando cogerla. Antes de que se dieran cuenta habían llegado al poblado. La cometa hace una última pirueta, se eleva y comienza a alejarse suavemente. Los chicos la despiden con pena.

    -¡Adiós, adiós! Les ha gustado tanto que les cuentan a los mayores lo que han visto y con lo poco que tienen pasan el tiempo intentando hacer una parecida. El viento sigue y la cometa con él. Al cabo de unas horas se encuentra en el cielo de una ciudad. Recostado en una cama, Álex mira la televisión sin poner mucha atención. Las tardes en el hospital son largas y aburridas. Tiene la habitación llena de juguetes, pero ya han perdido su encanto, ya ha tenido tiempo para descifrar todos sus misterios. La enfermera acaba de entrar.

    -Hola Álex, ¿has dormido la siesta? Te abriré un poco la ventana para que entre el Sol.

    Álex asiente sin responder, todo le daba igual. De pronto ve que algo cuelga desde el piso de arriba, se incorpora un poco, siente curiosidad, poco a poco va tapando la ventana.

    -Es algo grande, brillante, rojo, verde, un poco dorado y se mueve lentamente- dice Álex muy excitado.

    -¡Pero, si es una cometa! -Da un salto de la cama.- ¡Si pudiera cogerla!

    La cometa se acerca a la ventana, se inclina y saluda al niño.

    -¡Qué bonita!- le dice a la cometa.

    Álex ríe por primera vez en muchos días. Llevan largo rato jugando, la cometa dibujando ondas en el aire, el niño disfrutando de su compañía, pero está muy cansado. Sus párpados empiezan a caer, lucha por abrirlos pero al final se abandona a un sueño profundo y lleno de ilusiones… La cometa se eleva, vuela y vuela, repartiendo ilusiones por donde pasa. Es media tarde, recoge su vieja pelota y se dirige a la puerta.

    -¡ Mama , me voy a jugar!

    -No te metas en líos y no vuelvas tarde.

    Su madre lo ve salir como cada tarde y la inquietud comienza a invadirla, como cada día, hasta que le ve entrar de nuevo por la puerta. El recuerdo de su hermano al que no ha vuelto a ver , la angustia y quisiera tener a su pequeño siempre junto a ella, pero comprende que es un niño y necesita jugar. Viven en una barriada pobre donde falta de todo y sobran muchas cosas peligrosas, sobre todo para los chicos. Pablo llega a la plaza y empieza a botar su pelota junto a una canasta; jugará solo, echa de menos a su amigo y a su hermano de los que hace mucho que no sabe nada. Ya han llegado los otros chicos que siempre le miran por encima del hombro. Ellos, con sus zapatillas relucientes y su ropa de marca, se sienten superiores, tal vez algún día cuando sepan como consiguen sus padres el dinero... Hoy la pelota no quiere pasar por el aro, está empezando a aburrirse. Vuelve a recogerla del suelo y cuando se levanta, algo roza su cara.

    -Seguro que me han tirado algo- piensa.

    Pero no le ha hecho daño, más bien es como una caricia. Vuelve a rozarle , ahora el pelo. Levanta sus ojos. Una cometa preciosa se mantiene sobre su cabeza , parece mirarlo y esperar. Intenta atraparla por la cola, pero en ese momento hace un giro y se eleva. Sé queda a media altura meciéndose con la brisa.

    -¡Que curioso!- piensa Pablo, apenas hay viento. Vuelve a botar y de nuevo intenta el tiro, parece que otra vez va a fallar, pero entonces con mucha rapidez, la cometa baja, toca la pelota con la cola y como si la impulsara la acompaña hasta pasar por el aro. Pablo la mira sorprendido.

    -Va, será una casualidad- se dice. Empieza a pelotear de nuevo ,la cometa se acerca y comienza a girar a su alrededor, moviendo su larga cola llena de lazos. Pablo intenta esquivarla, lanza y de nuevo la cometa acompaña el tiro hasta que pasa por el aro. Una y otra vez Pablo repite la jugada, la cometa sigue zigzagueando a su alrededor, con cada nueva canasta se eleva ,hace una serpentina, como si lo celebrara, y de nuevo se mantiene a la espera. Pablo está asombrado, haga lo que haga, la cometa lo sigue y acompaña. Está divirtiéndose, ha encontrado una buena compañera de juegos. Pelotea, regatea, tira; la cometa, se enreda alrededor de la pelota, la esquiva, le da un golpecito, ahora con la cola, ahora con un ala, culebrea, recorta, sube y baja lenta o rápidamente al ritmo que Pablo juega. Hacía mucho tiempo que no se lo pasaba tan bien. Es fantástico poder jugar con alguien. Está anocheciendo y tiene que regresar, no quiere que su madre se preocupe. Intenta coger la cometa para llevársela a casa; pero entonces se eleva y no llega hasta su cola, vuelve a intentarlo pero al final desiste. Empieza a caminar y la cometa le sigue. Echa a correr y la cometa corre con el. Va dando saltos y la cometa hace piruetas sobre su cabeza. Ahora coge velocidad se retuerce, sube, baja. Ahora en cambio se mece con mucha suavidad. ¡Es fantástica! Pablo está entusiasmado, está llegando a su casa; llamará a su madre para que la vea.

    -¡Mama, mama!- grita en la puerta.

    La madre sale asustada.

    -¿Te ha pasado algo?

    -Mira- señala el cielo.

    La madre contempla esa maravilla de colores, ve el brillo de felicidad en los ojos de su hijo. Hoy Pablo, a pesar de la miseria de su pequeña casa, tendrá un motivo para soñar. Su madre la mira y desde el fondo de su alma le da las gracias por la sonrisa de su hijo. La cometa se inclina hacia ellos, vuelve a acariciar con su cola a Pablo y lentamente se eleva, hasta perderse en el cielo. Le queda un largo camino, hay muchos niños a los que llevar la ilusión y la sonrisa. Recorrerá el cielo de todos los lugares donde un niño se sienta solo y triste, vaciará su corazón repartiendo paz y felicidad y cuando acabe su tarea, solo entonces, regresará junto a Mario y compartirá sus juegos para siempre. Mario ha estado jugando al balón con sus amigos, ya casi todos se habían ido a casa; él descansa tumbado sobre la hierba, con los ojos cerrados sueña con aquella cometa que hace tiempo escapó de sus manos. Lleva un rato así pero empezó a hacer frío, abre los ojos y no puede creer lo que está viendo.

    -¡Ay va! ¿Estaré soñando? Allí estaba, balanceándose sobre su cabeza, como esperando.

    -¡Es mi cometa, es mi cometa!

    Dando saltos de alegría. La cometa empieza a descender hasta caer dulcemente en sus pies. La coge, la mira y remira, estaba un poco descolorida, había perdido algunos lazos pero no le cabía duda de que era su cometa. Había recorrido un largo camino. Mario corre hacia su casa con un tesoro bajo el brazo. Está tan excitado que apenas puede hablar. Se lo muestra a su padre.

    -¡Mira, ha vuelto sola, después de tanto tiempo!

    -¿Dónde habrá estado? Su padre lo mira con ternura, solo él conoce el secreto, y cogiendo la cometa, acariciándola, le susurra…

    -Lo has hecho muy bien. Sonriendo mira a su hijo.

    -Hijo, cada uno nacemos con un cometido:

                                                                             EL SUYO ES VOLAR

    Etiquetas: Relatos
  • Reyes de nada
    Escrito por Administrador Plataforma, viernes 28 de mayo de 2010 , 18:51 hs , en Relatos

    Relato que recibió el accésit en el Concurso de Relato y Poesía 2010 organizado por el Departamento de Lengua Castellana y Literatura

    Por Martín Molezuelas Ferreras, 4.º A de ESO 

                Aldira es un barrio muy poco conocido de una ciudad muy conocida. Como suele pasar en esta clase de barrios, la pobreza reluce en todas partes, abundan la delincuencia y el asesinato y apenas hay personas honradas. Yo me considero una de esas personas, y como persona honrada, creo que mi deber es acabar con la miseria en este lugar.

              Yo estoy absolutamente sólo, no tengo familia viva y no soy amigo de nadie porque aquí suelen ser los amigos los que apuñalan literalmente por la espalda cuando les conviene. Mi vida hasta hoy consiste solamente en buscar la manera de acabar con la desgracia en este barrio. Pero hasta ahora nada ha funcionado. Y creo que pronto me desesperaré.

              Entre las chabolas de Aldira pasan cosas extrañas y horribles que es mejor evitar. Además, si uno quiere comer en Aldira debe trabajar duro por apenas una comida al día. Por supuesto, quien nace en este barrio no suele salir muy a menudo de él, ya que la ciudad es lo suficientemente pobre como para no poder proporcionarnos un lugar en otro sitio y lo suficientemente famosa como para no poder permitir que hordas de indi-gentes raquíticos se arras-tren por las calles asustando a los turistas.

              Yo me gano la vida como enfermero, uno de los pocos que hay aquí, y que apenas tiene idea del oficio. Es una forma honrada y miserable de sobrevivir. Los que de ver-dad tienen dinero en Aldira son los camellos, sicarios, líderes de bandas crueles y en algunos casos, ladrones y prostitutas. Mentiría si dije-ra que no he deseado matar a alguno de esos prepotentes y absurdos idiotas que se creen algo por pertenecer a una banda de asesinos cuando llegan heridos a mi camilla. Y es que si uno quiere evitar muertes inocentes, debe provocar muertes culpables. Esto funciona así en Aldira. Podéis llamar-me sádico si queréis, pero yo tengo claros mis conceptos.

              Los únicos seres cercanos destacables en mi vida son mis vecinos. Insisto en que no tengo ningún amigo, pero estas personas son realmente amistosas, y tratan de acompañarme en el día a día. Padre, madre, hijo mayor, hijo mediano e hija menor. El marido y el hijo mayor logran sacar dinero a duras penas de una frutería vendiendo mercancías en un buen estado cuestionable, pero de lo mejor que en Aldira se podría encontrar. El hijo mediano suele venir a ayudarme al hospital. La madre se queda en casa cuidando de la niña pequeña y haciendo las labores de casa. Son personas humildes y trabajadoras, algo poco común en el barrio, y por ello merecen mi respeto y disposición. Son seres que realmente no querría que desaparecieran.

              Aldira es un barrio muy poco conocido de una ciudad muy conocida. Como suele pasar en esta clase de barrios, hay muchos habilidosos del crimen que se venden al mejor postor, muchos idiotas que se creen inmunes cuando están dentro de una banda, muchas vidas realmente desesperadas por algo de dinero y solamente un puñado de auténticos líderes. Yo me considero uno de esos líderes, y como líder que soy, creo que mi deber es hacerme con el control de todas las bandas y lugares de este barrio.

              Mi vida podría resumirse como un continuo intento y plan de ascender al trono de Aldira. El hecho de ser el verdadero jefe de Aldira significaría el poder total para hacer cualquier cosa al margen de la ley, sobre el vacío de poder, apoyado en el dinero que proporcionan los negocios sucios de este pequeño infierno. Y ese es mi más ambicioso propósito. Poder hacer y deshacer con toda libertad e impunidad.

              En principio, las bases para construir una banda algo estable son sencillas. Simplemente hay que dar dinero a los habilidosos del crimen, seguridad a los idiotas que buscan banda y una razón poderosa a los desesperados hambrientos para que no vean este negocio como algo despreciable, sino como un trabajo igual que cualquier otro. El dinero se puede recaudar fabricando y vendiendo droga o atracando bares y restaurantes. Hay muchas otras formas, pero esas dos fueron las que yo utilicé. Una vez que uno gane el control de una banda algo fuerte, debe pugnar para que esa banda vaya cobrando importancia y solidez en el barrio, a la vez que infunda miedo entre los que no pertenecen a ningún grupo. Aquí es donde se nota la diferencia entre buenos y malos líderes. Los clanes de los malos líderes nunca llegan a ser relevantes y son derrocados y disueltos en poco tiempo, mientras que los buenos líderes saben controlar a sus hombres y crear buenas estratagemas para que sus bandas puedan prosperar en el barrio durante años.

              Yo estoy al frente ya de una banda conviderablemente abundante y hábil, que controla una parte importante del barrio. Y ahora apuntamos hacia lo más alto. Personalmente, creo que soy mejor que otros líderes de bandas que, a pesar de saber dirigirlas, no saben tratar a sus componentes con cierta simpatía, estando ellos disgustados e indecisos en algunos casos. Yo sigo con mis subordinados una camaradería que crea confianza y determinación, haciendo nuestra unión sólida como la roca. Eso es lo que me hace pensar que yo pueda fácilmente ascender al poder absoluto de Aldira. Eso y nuestros planes de futuro, por supuesto. Mis ayudantes y yo hemos tenido una idea con la cual eliminar a las bandas más poderosas de Aldira será pan comido.

              Hoy me dirijo caminando a casa desde el hospital, acompañado de Tom, el hijo mediano de mi vecino. El chico tiene a penas doce años, pero es muy mañoso en los trabajos de medicina. De mayor quiere ser médico. Pero no en Aldira, claro.

              Cuando apenas nos separan cien metros de la casa de mi vecino, nos de-tenemos y nos escondemos tras un contenedor. Frente a la casa hay una furgoneta aparcada con los símbolos de una conocida banda de Aldira. De ella salen tres hombres armados. Llaman a la puerta. El padre sale. “¿Eres el maldito frutero que vende fruta podrida a mis chicos?”, dice el que parece el líder. “Sí”, tartamudea el padre. Sabe que es mejor no llevarles la contraria, recibir el castigo, y dejarlos marchar otra vez. “¿Sabes que por tu culpa muchos de mis chicos están tan jodidamente enfermos que no pueden ni salir de los locales para ganarse el pan?” ruge amenazante el líder. Esto puede parecer irónico, pero tanto el padre como Tom están comenzando a sudar abundantemente. “Lo siento…” bal-bucea sumiso el padre. “Oh, sí, claro que lo sientes”. Y sin mediar más palabra, los tres hombres disparan sus armas automáticas contra el padre, que cae abatido. Luego la emprenden a tiros contra la casa. Tom rompe en gritos que el estruendo de las armas silencia e intenta correr para ayudar a su familia, pero yo le sujeto con fuerza y le tapo la boca. Si nos ven estamos muertos. Veo sin aliento como el hijo mayor trata de salir por la puerta lateral de la casa con la hija pequeña en brazos. Pero el líder ya ha doblado la esquina y antes de que el chaval pueda comenzar a correr, una ráfaga de metal se cierne sobre él y su hermana. Los dos caen al suelo ensangrentados. Le tapo también los ojos a Tom. Unos segundos después se oye un nuevo grito desde el interior de la casa. Ahora los tres hombres suben de nuevo a la furgoneta y desaparecen de allí en un suspiro. Dejo que Tom corra hacia su familia.

              La calle se llena de curiosos atraídos por el sonido de las balas. Tom corre hacia su hermano y su hermana. Veo como después de arrodillarse a su lado, la pequeña, con la boca ensangrentada, mueve la mano hacia la mejilla de Tom, que llora desesperado. Cuando apenas ha rozado su cara, su brazo se desploma sobre su vientre, inerte. Tardo poco en comprobar impotente que toda la familia ha muerto. Tom, agarrado al cadáver de su hermana, llora y grita hacia el cielo. Yo, en medio de aquella carnicería sin sentido, y viendo pasar frente a mí todos mis planes fra-casados de acabar con la miseria en Aldira, recor-dando de nuevo mi deber como persona honrada, hago honor a mis esti-maciones y, oficialmente, me desespero. Y pronto me doy cuenta de lo asombro-samente sugerente que es la desesperación.

     

              Tal vez me haya pasado con ese condenado frutero, pero ese idiota ha hecho que mis empleados no hayan podido trabajar. Algunos de ellos están realmente enfermos, y tal vez mueran por su culpa. Si a esto juntamos las bajas con las que acabó el intento de robo del camión de explosivos de la Banda de Merlo hace unas semanas, puede que nuestro plan corra peligro por falta de personal. Además, no logramos quedarnos con esos explosivos. Según he deducido, después de que mis enviados y los de la Banda de Merlo acabaran de matarse entre ellos, alguna banda oportunista se había apoderado del material. Y ese material es a la vez muy caro y muy potente. Lo suficiente como para empezar a temer a esa pobre banda del tres al cuarto.

              Aun así, la operación sigue en pie. Nuestros acuerdos con la Banda de Gurque están más activos que nunca, y pronto nuestra alianza se alzará sobre todas las demás bandas. Y cuando esto ocurra, estaré casi a un paso de ser el jefe de Aldira. Mi habilidad para simpatizar con mis súbditos me ayudará a perdurar en mi trono.

              En Aldira se podría decir que hay cuatro bandas principales. La de Gurque, con la que pretendemos lograr el acuerdo; la de Merlo, que a pesar de ser influyente, está bastante menguada debido al robo del camión y a la matanza que se produjo aquel día; la de Gran Aldira, que es en estos momentos la más poderosa del barrio; y por último, mi banda, que va creciendo a pasos agigantados. Nuestra alianza con Gurque va a ser el golpe de gracia, lo que nos va a llevar a la victoria sobre las otras dos bandas.

              La furgoneta se detiene junto al centro de reunión de los seguidores de Gurque. Bajamos los tres y el conductor. El centro de reunión de Gurque es una construcción considerable-mente grande, pero nada en comparación con el de Gran Aldira. Penetramos en el edificio seguidos muy de cerca por los vigilantes. Vamos armados, pero no amenazadores. Estando allí, Gurque podría eliminarnos con solamente chasquear sus dedos. Pero no lo haría. El también sabe que una alianza entre nosotros nos lleva-ría al liderazgo.

              Gurque nos recibe afable, sin mostrar ningún tipo de diferencia hacia mí y mis escoltas. Él es quien me ha hecho llamar a esa reunión de líderes, así que espero a que sea él el que comience a exponer los motivos del encuentro. Pero como no abre la boca, pienso que tal vez deba empezar a hablas yo. “¿Hay acuerdo?” pregunto, sin más preámbulos. El leve aunque entusiasmado asentimiento de Gurque y su cara de reprimida alegría me sirven para saber que el sí es rotundo. Sorprendido, muestro mi mejor sonrisa. Pensaba que esto iba a ir mucho más lento.

     

              Hace unas semanas, cerca del hospital, por la noche, hubo un tiroteo entre bandas. Tras el estruendo de las últimas balas, decidí ir a comprobar lo que pasaba y a rescatar heridos con la única ambulancia de la que disponíamos. Allí me encontré con una auténtica matanza. Al menos veinticinco cadáveres yacían tiroteados en el asfalto en torno a un camión blindado de considerable tamaño. Me acerqué aun más. Un hombre moribundo trataba de incorporarse junto a la cabina del camión. Cuando me vio me apuntó con su pistola temblorosamente, pero antes de que pudiera disparar, su lánguido brazo se desplomó, y el hombre cayó al suelo. Cuando me acerqué, comprobé que había muerto. Aunque quizás no debería haberlo hecho, me atreví a comprobar la mercancía de aquel camión antes de largarme, sólo por curiosidad. El tranque de la puerta de atrás estaba des-trozado por los balazos, así que no me costó abrirla. Dentro, vi algo que me sorprendió. Una innombrable cantidad de explosivos y demás artefactos destructivos descansaban en el interior. En cuanto los vi, pensé que mi deber como persona honrada era no permitir que esos artilugios llegaran a alguna banda sangrienta para que ésta los usara para destruir a sus contrincantes. Cuando me subí en la cabina y comprobé asombrado que el camión aún podía arrancar, sólo pensaba en que guardándolos estaba evitando una probable masacre.

              Me llevé los explosivos a un almacén abandonado cerca de mi casa y luego volví a aparcar el camión en el mismo lugar en el que lo encontré. El escaso personal del hospital se extrañó de mi tardanza, pero no hizo más preguntas. Pensarían que había estado buscando algún resquicio de vida entre los cuerpos que salpicaban la calle.

              Juro que yo me quedé con esos explosivos sólo para que ninguna de esas bandas los hallara y se dedicara al asesinato en masa, y que pensaba deshacerme de ellos en cuanto pudiera. De hecho, si aún permanecen en el almacén es porque no he tenido oportunidad de hacerlos desaparecer. Enterrar-los sería peligroso, y para hacerlos explotar necesitaría llevarlos lejos, a un lugar despoblado, y no he tenido aún medios para hacerlo.

              Pero ahora que necesito ese montón de chismes destructivos, ya no pretendo quitármelos de en-cima. Ya tengo un plan, y Tom, vengador, ha accedido a ayudarme. Se infiltrará en una banda importante del barrio, la Banda de Kun, y me traerá datos sobre los planes de ese clan. Temo por su vida, pero estoy seguro de que lo hará bien. Pocas cosas funcionan mejor que las ansias de venganza combi-nadas con auténtica ha-bilidad.

              Mientras, yo estoy a-prendiendo a usar esta retahíla de aparatos de destrucción, tratando de sacar utilidad de ellos.

     

              Ha pasado sólo una semana y ya está en marcha la caída de la Banda de Merlo. Somos dos contra uno, y ese uno está un tanto débil. Ha sido importante para el plan el que mis seguidores y yo hayamos simpatizado estupendamente con la Banda de Gurque. Ahora ya somos como una banda única con dos líderes, y más fuerte que cualquier otra. Además, al comprobar nuestra tangible superioridad, decenas de indecisos de todas las edades se han unido a nuestras filas. Me da algo de reparo ver cómo críos de apenas doce años sujetan una ametralladora contra los enemigos, pero puedo soportarlo. Esos chavales saben bien donde se meten.

              Cuando las furgonetas se detienen en torno al centro de reunión de la Banda de Merlo, pienso que en el momento en que abramos las puertas y comencemos a disparar, se iniciará la guerra por el poder en Aldira. Van a ser unos días sangrientos en el barrio. Pero éste es el precio del poder.

              Los primeros en salir e iniciar el tiroteo son los menos relevantes seguidores de la banda. Luego los más importantes, y finalmente los líderes, Gurque y yo. La Banda de Merlo se ve sorprendida por los disparos. Sus componentes van cayendo uno a uno, y poco a poco nos vamos acercando más y más a la fortaleza de Merlo. Los transeúntes salen despavoridos en todas direcciones. Algunos quedan atrapados en el tiroteo y mueren acribillados. En me-dio de aquel caos del que parece seguro que vamos a salir vencedores, yo me pongo en marcha. Esto que voy a hacer podría habérselo ordenado a algún sicario de los que dispongo, pero prefiero que sea algo anónimo por completo. Busco con la mirada entre el polvo y el gentío de asesinos a Gur-que, el otro líder. Está algunos pasos por detrás de mí. “Perfecto”, pienso, mientras le apunto con mi rifle. Gur-que se queda mirándome, perplejo, durante apenas dos segundos. Luego cae al suelo con un agujero en el cuello. Bajo el arma, satisfecho. Nadie lo ha visto. Corro hacia el cuerpo de Gurque fingiendo preocupación. Llego a tiempo de ver como muere, con una expresión de acusación en su rostro.

              Instantes después salen de la fortaleza de Merlo éste y algunos de sus seguidores con las manos en alto, amenazados por mis subordinados. Son los últimos. Alguien grita algo y uno de los hombres de mi banda atraviesa la cabeza de Merlo de un disparo.

              Merlo ha muerto. Hemos ganado. Gurque ha muerto. Yo soy ahora el líder.

              Tras dar por resuelta la victoria, robar las mercancías más útiles y comprobar que Gurque yace muerto entre mis brazos, los componentes del clan no tardan en aceptarme como su nuevo jefe. Ya sólo queda un paso.

     

              Tom sabe hacer bien el trabajo. Como ya he dicho, es un chaval habilidoso. Su ayuda es imprescindible, y este trabajo nos está haciendo más amigos, a pesar de ser lo que es, una medida desesperada.

              Ahora sé que se va a producir un importante “encuentro” en el centro de reunión de la Banda de Gran Aldira en apenas una semana. Así que lo único que me queda es actuar. Dejo de trabajar en el hospital y acudo a unirme a esa banda, pues es la única forma de poner en práctica definitivamente el plan. En la fortaleza de Gran Aldira me reciben con nerviosismo, me aceptan con avidez y me dan un arma. Después, yo me ofrezco para hacer de vigilante por la noche, y nuevamente aceptan mi proposición. Al parecer nadie quiere aceptar los “turnos de noche”, en los que los vigilantes permanecen solos y sin protección ante lo que pueda ocurrir. Yo aprovecharé esa soledad.

              Tom y yo ya hemos discurrido el funciona-miento y utilidad de todos los artilugios del almacén, y ya estoy seguro de que podemos usarlos. La colocación de la mayoría de ellos es sencilla.

              Llega la víspera del gran “encuentro” planeado por la Banda de Kun. Con mi destartalada ambulancia, y en tres viajes, traigo todos los explosivos desde el almacén hasta la plaza de Gran Aldira. Los demás vigilantes están dormidos, ya que les he dicho que yo me encargo de la vela unas horas. En cuanto Tom aparece de madrugada, comenzamos a disponer los explosivos por todo el edificio. Este centro de reunión es gigantesco, la construcción más grande de todo el barrio de Aldira. Se construyó a partir de una gran iglesia abandonada en la que se hicieron después algunas ampliaciones para albergar un gigantesco comedor y dormitorio para los indigentes de Aldira. Pero pronto la Banda de Gran Aldira expulsó a los voluntarios y se hizo con el poder del edificio. Desde entonces ha pertenecido a la banda, y nadie ha sido capaz de echarlos de allí. Tom y yo queremos hacer algo parecido a echarlos. Pero sólo parecido.

              Cuando acabamos de colocar las bombas en los muros del centro de reunión, continuamos poniéndolas por toda la enorme plaza donde se sitúa el edificio. Luego, cuando todo está ya establecido y conectado, me reúno de nuevo con los otros vigilantes, que se están desperezando. Nadie ha visto nada.

              Tom acaba de camuflar los explosivos y desaparece de allí. No me llego a despedir del chaval, pero no importa, porque cuando todo haya acabado, me volveré a reunir con él. En unas horas, Tom advertirá por todas partes a la gente del inminente enfrentamiento. Confío en que esa gente pueda escaparse a tiempo.

              Yo, por mi parte acaricio el detonador en mi bolsillo y me dan escalofríos.

              Ya amanece. Hoy es el gran día. Hoy Gran Aldira caerá para dejar paso a la Banda de Kun. Tras la sangría de la semana pasada en la que la Banda de Merlo pasó a la historia, las pequeñas bandas que veían inminente el choque entre titanes se habían unido a un bando o a otro, buscando cobijo. Y el choque va a comenzar. Estoy a punto de afrontar la empresa más costosa de mi vida. Las dos bandas están ahora muy igualadas, y tal vez haya sido demasiado precipitado el venir aquí a arriesgarnos contra un rival similar a nosotros. Sin embargo, confío en que la sorpresa nos ayude.

              Todos los chicos en todas las furgonetas y callejones están nerviosos. Mis ayudantes y asesinos más distinguidos están junto a mí, y también están nerviosos. Las furgonetas se detienen y el silencio se adueña de la plaza. Al parecer, los transeúntes han sido suficientemente listos como para ver venir la masacre y huir a tiempo. Maldigo por lo bajo. Mi banda al completo está allí, y nadie es capaz de abrir la puerta de su furgoneta o de salir de su escondite para enfrentarse al enemigo. Pero al fin pasa. Se abren todas las furgonetas y de las callejuelas comienzan a surgir mis hombres en apenas segundos. Salimos. Ante nosotros se despliega la gigantesca plaza y la enorme construcción de piedra en el centro. En una esquina hay aparcada una insólita ambulancia. Por lo demás el panorama está desierto. Hasta que los seguidores de Gran Aldira salen al exterior.

              El tiroteo comienza. En unos segundos, mis tres ayudantes ya han sido alcanzados y derribados. Alguien lanza una granada sobre un grupo de los de Gran Aldira, que hace que salten por los aires. Yo me tumbo en el suelo tras un pequeño arbusto, tratando de protegerme. Pienso que aquello no va a ser un simple enfrentamiento entre bandas, sino una auténtica batalla en toda regla. Veo como unos tiradores de Gran Aldira descargan sus armas sobre un grupo de críos de mi banda. Entonces también pienso que quizás el gran objetivo de mi vida no tendría por qué requerir aquello. Pero alejo de mi mente esos pensamientos. Ahora ya no puedo derrumbar mi plan. Me incorporo y disparo hacia los tiradores. Logro acertar a dos. De pronto, un nutrido grupo de compañeros se presenta ante mí con la intención de entrar en la fortaleza. Esa era nuestra estrategia en un principio, pero ya se me ha olvidado. “¡Vamos!” grito con repentina determinación, uniéndome a ellos. Luego echamos a correr hacia el  edificio. De camino hacia él, puedo ver que la antes desierta plaza se ha convertido en un mar de cadáveres y sangre. Me vuelvo a plantear que quizás debamos echarnos atrás, pero de nuevo desecho la idea y me vuelvo a convencer de que no puedo achicarme ahora. Otros dos grupos se acercan con nosotros hacia las entradas, a la vez que continúa el brutal intercambio de fuego.

              Cuando ya han caído tres hombres del grupo, los demás entramos en la fortaleza.

              Volarlos a todos. Ese es mi plan desde que vi morir a la familia de Tom. Volarlos a todos y desaparecer luego del barrio, junto a la gente humilde que vive allí. Pero algo ha salido mal. Al parecer, la banda de Kun ha adelantado la hora del ataque. Yo estoy a punto de irme de la fortaleza cuando me entero, pero entonces todo se precipita. Comienzan los disparos. Veo como los de la primera fila van siendo acribillados por la banda de Kun. Me extraño. Sé que las bandas son muy numerosas, y ya supuse que aquel enfrentamiento acabaría como una batalla sangrienta, pero me impacta ver de cerca y tan reales los ríos de sangre. Cuando Gran Aldira en persona me grita “¡Espabila!” dándome un empujón mientras corre hasta su puesto de tirador en el viejo coro de la iglesia, siento que no voy a salir vivo de allí, pase lo que pase. Como un reflejo, saco de mi bolsillo el detonador a distancia y lo enciendo. Lo pongo en alto, con el dedo sobre la tecla roja. Entonces grito. Y cuando mi cuerpo se ha decidido al fin a pulsar el botón, las balas desgarran la carne de mi brazo. El aparato cae a unos metros de mí, y yo me retuerzo de dolor en el suelo. La banda de Kun ha entrado.

     

              Dejo al grupo en la entrada y me decido a subir las escaleras del coro, donde me ha parecido ver a Gran Aldira, mientras mis compañeros acaban con los hombres de la banda enemiga. Llego arriba. Gran Aldira, con una pesada ametralladora, dispara sobre mi grupo desde su ventajosa posición. Como dándose cuenta de mi presencia tras él, se da la vuelta súbita-mente y me mira, horrorizado. Yo sonrío. Antes de que él pueda dar la vuelta a su ametralladora, la mía ya se ha disparado. Dejo de lado todos los sentimientos de culpa por toda esa gente que ha muerto para abandonarme a la furia y dejar que las balas de mi arma atraviesen el pecho de Gran Aldira, salpicándome de sangre. El cuerpo inerte del líder tropieza con la barandilla y cae al piso inferior. Lo he conseguido. Gran Aldira es historia. Saboreo los instantes en los que me creo el jefe de Aldira mientras bajo de nuevo las escaleras. Unos pocos esbirros de Gran Aldira siguen peleando y cayendo ahí abajo, pero yo apenas me preocupo por eso. Soy el gran líder.

              Justo debajo de la antigua bóveda, hay un hombre de Gran Aldira herido sentado en el suelo. Otro perdido sin esperanza. Sonrío de nuevo. Ni siquiera levanto la ametralladora para apuntarle. El hombre levanta la cabeza y me mira. No sé por qué, pero algo me dice que no pertenece a aquella banda. Entonces él también sonríe, y yo dejo de hacerlo, extrañado. Veo que en una mano guarda un pequeño aparato ensangrentado. Se me hiela la sangre en las venas a la vez que recuerdo la desaparición de los explosivos de la Banda de Merlo. Es un detonador.

              Cuando levanto la cabeza veo al hombre que participó en la muerte de la familia de Tom, sonriendo. Ése debe de ser Kun. No podría tener otro espectador mejor. Le sonrío, y él muestra una mueca de incredulidad. Luego me recuerdo que mi deber como persona honrada es acabar con este infierno que es Aldira, y que la única forma de hacerlo está entre mis dedos, esperando a ser pulsada. Pienso en Tom, y en que ahora podrá lograr sus propósitos en la vida. Luego pienso en que voy a hacer algo realmente gran-de. Grande y honrado. Podéis llamarme asesino si queréis, pero yo tengo claros mis conceptos. Y estoy total-mente seguro de que esto que voy a hacer es un acto de bondad hacia la gente inocente que se merece una vida mejor, y que no podría lograrla de otra forma. Luego dejo de pensar y aprieto el botón.

              Los muros estallan al instante y la bóveda cae sobre nuestras cabezas, ante la mirada atónita de Kun. Yo sigo sonriendo.

     

              Desde la lejanía, Tom vio como la fortaleza de Gran Aldira se desplomaba sobre los hombres que luchaban dentro. Vio cómo las bombas de metralla de la plaza que él mismo había colocado reventaban acabando con la vida de quienes aún se movían allí. Vio cómo explosionaba la ambulancia de su amigo el enfermero, a quien ya daba por perdido. Cientos de personas habían muerto. Y la era de las bandas se había acabado en Aldira. Esperaba que todo el mundo se enterara de aquello, y que se vieran obligados a venir a ayudar a la gente honrada de Aldira, que enviaran dinero, que los llevaran a vivir a un lugar mejor, que le ofrecieran una nueva vida, llegar a ser algo… Ahora todo eso era posible. Las bandas ya no reinaban. Levantó la mano en señal de despedida hacia su amigo, confiando en que en algún lugar él le estuviera viendo y le estuviera de-volviendo el gesto. Luego, dio media vuelta y caminó alejándose de la gigantesca nube de humo en la que se había transformado la plaza de Gran Aldira, sin saber muy bien dónde ir.

     

              Con la cabeza asomada por encima de los escombros que han caído sobre mí, puedo ver y oír esta repentina situación. Pero sólo oigo silencio, y sólo veo polvo. Todos han muerto, y eso es lo único que queda, polvo. Ahora soy el líder del polvo, el rey de nada. Por alguna razón, esa idea no me impresiona demasiado. Aunque sí me desilusiona. He apostado vidas, tiempo… me esperaba algo más.

               Malherido y desilusionado, cierro los ojos y trato de morir.

     

              Al fin y al cabo, ya he logrado mi objetivo. Mi vida es algo secundario.

    Etiquetas: Relatos
  • FALLO DEL CONCURSO LITERARIO 2009-2010
    Escrito por Administrador Plataforma, viernes 30 de abril de 2010 , 11:00 hs , en Comunidad

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    El pasado 12 de abril se reunió el jurado del concurso literario organizado por el Departamento de Lengua castellana y Literatura. En el mismo actuaba como secretario (con voz, pero sin voto) el Jefe del Departamento, Don Mario Paz González. Estaba compuesto por los profesores Don Francisco Prada, Don Pablo, Redondo Doña Natalia Alonso, Doña Olga Morer y Don Eloy Rubio. En dicha reunión se decidió lo siguiente:

    PRIMER PREMIO: la narración que lleva el título "Alas de ilusión", escrita por la alumna de 2.º A de ESO Alba Villarejo Villar.

    ACCÉSIT: la narración titulada "Reyes de nada", escrita por el alumno Martín Molezuelas Ferreras, de 4.º A de ESO.

    Además, fueron finalistas del certamen los siguientes relatos:

    • "¿Cuándo acabará?", de Natalia del Amo Mateos, de 3.º B de ESO
    • "Arbolea Deablum", de Christian Clerigué García, de 2.º B de ESO
    • "Sí, soy extranjero", de Héctor Mateos Veledo, de 1.º de Bach. Humanidades

    El jurado resalta la calidad de las obras presentadas y solicita al Departamento de Lengua y a la Dirección del Centro la concesión de un obsequio a cada uno de los participantes, que será entregado en acto público que se celebrará en la Sala de Usos Múltiples tras previo aviso.

    El Departamento de Lengua agradece a todos los profesores del jurado su generosa disponibilidad e impliciación desinteresada y a los alumnos la inestimable participación. También anima a todos los alumnos a participar en los sucesivos concursos.

    Etiquetas: comunidad
  • 8 de Marzo: "Carta de una madre"
    Escrito por Administrador Plataforma, domingo 7 de marzo de 2010 , 22:25 hs , en Comunidad

    Queridos todos: Me voy. Volveré cuando sepáis dónde están guardadas las bolas de naftalina, cuando nuestra casa ya no tenga secretos para ninguno de vosotros, cuando seáis capaces de descifrar los códigos de los botones de la lavadora, cuando logréis reprimir el impulso de llamarme a gritos si se acaba la pasta de dientes o el papel higiénico. Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir.

    Ya sé que me echaréis de menos, estoy segura. También yo a vosotros, pero sólo desapareciendo podré rellenar los huecos que vuestro cariño me produce... Sólo podré estar segura de que verdaderamente me queréis cuando no tengáis necesidad de mí para comer o para vestiros o para lavaros o para encontrar las tijeras. Ya no quiero ser la reina de la casa, estoy harta, me he cansado de tan gran responsabilidad y he caído en la cuenta de que si sigo jugando el papel de madre súper no lograré inculcaros más que una mentalidad de súbditos. Y yo os quiero libres y moderadamente suficientes y autónomos.

    Ya sé que vuestro comportamiento conmigo no es más que un dejarse llevar por mi rutina; también por eso quiero poner tierra por medio. Si me quedo, seguiré poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando mi papel de omnipresente para que me queráis más.

    Sí, para que me queráis más. Me he dado cuanta de que todo lo que hago es para que me queráis más, y eso me parece tan peligroso para vosotros como para mí. Es una trampa para todos.

    Palabra de honor que no me voy por cansancio, aunque sea una lata dormirse todas las noches pensando en la comida del día siguiente y hacer la compra a salto de mata cuando vienes del trabajo y, a la larga, pesa mucho la manía de ver siempre un velo de polvo en los muebles cuando me siento un rato en el sofá, y la perenne atracción hacia la bayeta y la cera. Pero no es sólo por eso. No. Tampoco me voy porque esté harta de poner la lavadora mientras me desabrocho el abrigo ni porque quiera estar más libre para hacer carrera en mi trabajo. No. Hace ya mucho tiempo que tuve que elegir una perpetua interinidad en mi profesión porque no podía compatibilizar una mayor dedicación mental al trabajo profesional con la lista de la compra. Me voy para enseñaros a compartir, pero sobre todo me voy para ver si aprendo a delegar.

    Porque si lo consigo, no volveré nunca más a sentirme culpable cuando no saquéis notas brillantes o cuando se quemen las lentejas o cuando alguno no tenga camisa planchada que ponerse.

    La culpa de que sea imprescindible en casa es sólo mía, así que desapareciendo yo por unos días, os daréis cuenta vosotros de que la monarquía doméstica es fácilmente derrocable y quizá yo pueda aprender la humildad necesaria para ser, cuando vuelva, una más entre la plebe.

    Cuando encontréis la naftalina no dejéis de avisarme. Seguro que para entonces yo también habré aprendido a no ser tan excesivamente buena. Puede ser que ese día no nos queramos más, pero seguro que nos querremos mejor. Besos. Mamá.

    C. de Santos - Ser Humano
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  • Actuación del Grupo Hit en San Pedro de Ceque
    Escrito por Administrador Plataforma, martes 2 de febrero de 2010 , 14:09 hs , en Comunidad
    Esteban (1.º CT), Álvaro (1.º CT) y compañía actuando este verano en San Pedro de Ceque.
    Etiquetas: comunidad
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  • La leyenda de la luna
    Escrito por Administrador Plataforma, martes 2 de febrero de 2010 , 14:04 hs , en Leyendas


    Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, una mujer mayor, que vivía sola en un barrio un tanto alejado del pueblo, tenía un portal al lado de su casa lleno de fajos de leña. Una mañana, cuando salió a por un fajo a su portal y notó que le faltaba leña. Esa noche esperó mirando por la ventana para saber quién le robaba, pero su vista sólo alcanzó a ver una sombra que corría y se escondía entre la maleza. Noche tras noche esperó al misterioso ladrón y no logró saber quién era, hasta que, una noche, después de ver la sombra que corría, vio a un hombre caminando cerca de su casa, salió y le preguntó:

    -¿Acaso es usted el que viene todas las noches a robar mi leña?

    A lo que el señor contestó:

    -No señora.

    Y ella volvió a preguntar:

    -Y entonces, ¿quién?

    Y él contestó asombrado señalando al cielo

    -¡La luna!

    Y desde ese día la luna tiene una mancha con la forma de un hombre robando leña.

     

    Leyenda recogida por Sandra Felipe González (4.º B) en Santa Eulalia del Río Negro

    Fuente: Máximo Felipe Ferrero

    Etiquetas: Leyendas
  • Tipos de profesores
    Escrito por Administrador Plataforma, martes 2 de febrero de 2010 , 13:51 hs , en Curiosidades

    Sandra Felipe González

    Existen distintos tipos de profesores:

    1.º TIPO: El profesor comprensivo, el que todo lo entiende, y quiere ser como uno más de los muchachos.Dentro de este tipo existen dos más:

    • El profesor de las risas: aquel que para enseñar, utiliza chistes y gracias para que la clase sea más divertida.
    • El profesor loco: este tiene cambios de humor repentinos,de repente alegre y amable y en unos segundos triste y malhumorado. Le gusta bromear y divertirse.

     Estos tres tipos optan por pocos deberes y mucha materia para los exámenes.

    2.º TIPO: El profesor serio, aquel en el que en su clase, la gente ni si quiera respira, para no molestar, el único que habla es él. Dentro de este tipo existen tres más:

    • El profesor broncas: aquel que todo lo arregla gritando y en el que en su clase las broncas son continuas, las críticas se suceden y los alumnos se cabrean al igual que él. Sus deberes son difíciles y considerables.
    • El profesor pasota: aquel que pasa de sus alumnos, se limita a hablar sabiendo que nadie le esta escuchando, su único interés es quejarse de todo y de todos.
    • El profesor tímido: aquel que intenta hablar lo menos posible, en clase, con sus alumnos y con otros profesores. Es totalmente antisocial y no está dispuesto a recibir críticas. Suele mandar ejercicios sueltos.

    3.º TIPO: Los profesores de educación física. Suelen ser los más tercos, todo lo que dicen  y hacen en general está bien; dentro de este tipo hay dos más:

    • El profesor de educación física simpático: aquel que basa la inteligencia en la fuerza de sus músculos y nada más importa en su clase.
    • El profesor de educación física simpático, o que al menos intenta serlo, porque sabe que no caerá bien a los alumnos después de enseñarles el temario que tiene preparado y después de decirles que tienen que hacer pruebas físicas y escritas; en general suele ser amable con todo el mundo, su criterio es “más vale maña que fuerza”, en las pruebas escritas, y en las físicas, al revés.

    Y estos son los tipos de profesores que conozco hasta el momento.

       

     

     

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