En Calzadilla había una posada donde hospedaban a todos los arrieros de Benavente a Sanabria. La dueña era Antonia "la Repolla". Concertaban allí bodas, bautizos, cenas... en fin, eran una familia muy querida por todo el pueblo.
Un día la hija pequeña de la casa se fue a buscar agua a la fuente pero no volvió. Todos, preocupados, la empezaron a buscar. La noticia corrió de puerta en puerta y, a la mañana siguiente, todo el pueblo intentaba encontrarla, unos por los “los Lambederos”, otros por “la Urrieta la Majada”, otros por “Cande malluelo”, otros por la dehesa y, de camino, pasaron por la ermita de Olleros “la Agabanzal” a rezar para que apareciera la niña.
Cuando se celebró la misa en el pueblo, también se pedía por ella para que apareciera. Después de que acabó la misa, la abuela y las dos hermanas fueron hacia las eras donde el monte se avistaba. Avanzaron un poco más hasta la laguna y la abuela vio a una niña que bajaba por la cuesta de los robles, se frotó los ojos con el mandil pensando que eran alucinaciones, pero no, era su nieta Gala.
Corrieron a ver cómo estaba. Le preguntaron. Ella le dijo que bien, sonriendo. Tenía la cara lavada y el vestido limpio. La familia le preguntaba quién la había peinado. Ella le respondió que una señora muy guapa. También había un señor con la barba blanca y un perro que le defendía.
Nunca pudieron saber dónde paso las noches Gala por más que le preguntaron.
Han pasado muchos años y ya nadie recuerda a la tía Gala.
Leyenda recogida por José Manuel Pazos Cavero
Lugar: Calzadilla de Tera
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Leyenda recogida por Daniel Uña (4.º B ESO)
Lugar: Tardemézar de Vidriales
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Hacia el año 1700, este pueblo no existia. Había una aldea a 3 km de aquí que se llamaba Aguilarín. Estaba situado en un alto y, para hacer la labranza y uso del agua, tenían que bajar el barranco. Donde está ahora el pueblo, había una fuente con grandes pozas que detenian el agua. Cuando venían a labrar las tierras con el agua de la fuente se sentían a gusto por la comodidad.
Al cabo de unos años, hubo un desacuerdo y enfrentamientos entre los vecinos de la aldea y decidieron separarse. Unos se fueron al actual Navianos y el resto vinieron para Aguilar, que así se llamaron las nuevas aldeas que, poco a poco, fueron creciendo hasta ser lo que son hoy en día.
Leyenda recogida por Gonzalo Martínez Juárez
Pueblo: Aguilar de Tera
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Cuenta la tradición sanabresa que el lugar que hoy está ocupado por el lago fue, hace mucho tiempo, un valle donde se asentaba un próspero pueblo de campesinos, llamado Valverde de Lucerna.
Hasta allí llegó una noche oscura y fría un peregrino hambriento y cansado. Comenzó a llamar a todas las puertas solicitando cobijo, un poco de pan y un rincón junto al fuego donde dormir.
Los habitantes de Valverde de Lucerna Iban negándole uno a uno hospitalidad y cobijo, asustados de poner en peligro sus bienes o contaminándose por la pobreza del mendigo. Así fue sucediendo casa por casa, hasta que e peregrino llegó a una humilde casa en las afueras habitada por una pobre familia de panaderos. Le abrieron su casa, ofreciéndole cobijo y pan recién cocido. El peregrino les agradeció enormemente su gran gesto de hospitalidad y compasión y les confesó que no era ningún mendigo, si no Jesucristo en persona, que había llegado hasta Valverde para probar la compasión de sus ricos habitantes. Tal había sido la decepción al comprobar el enorme egoísmo que habitaba en sus corazones que había decidido castigarles. Advirtió a los miembros de la familia compasiva que huyeran, porque serían los únicos que se salvarían del desastre que él mismo provocaría.
Los panaderos huyeron con todas sus pertenecías y desde lo lejos pudieron divisar cómo surgía del fondo de la tierra un terrible torbellino de agua y cómo engrosó milagrosamente el agua de los ríos, hasta convertir el valle en un lago que dejó hundido bajo sus aguas el pueblo entero de Valverde de Lucerna.
Dicen los habitantes actuales de allí que en la noche de San Juan, cuando todo está en silencio, puede escucharse emergiendo del fondo de las aguas el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo hundido, que recuerdan con aquel sonido el pecado que lo hizo desaparecer.
Leyenda recogida por: Iván Vara y José Francisco Sastre
Pueblo: San Juanico el Nuevo
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Cuenta la leyenda de un pueblo zamorano que existían unas hojas mágicas. Todo aquel que las comiera tendría la vida eterna. Pero no era nada facil hacerse con ellas, ya que sólo crecían cada cierto tiempo y en una cueva muy oscura y con mucha humedad custodiada por un dragón.
Un día, cuando las hojas ya habían crecido, un joven decidió ir a por las hojas de la vida eterna, arriesgando en este intento la suya. No se lo dijo ni a sus amigos ni a sus padres para que no se interpusieran en su camino.
La cueva estaba en la ladera alta de una montaña, lejos del pueblo. Tuvo que atravesar un bosque, enfrentándose a unos lobos hambrientos, cruzar un río, ingeniando un puente para poder lograrlo y escalar la montaña hasta llegar a la cueva.
Allí tuvo que enfrentarse al dragon, que no estba dispuesto a que el joven se llevara las hojas. Hasta ahora nadie había conseguido vencerle y no iba a permitir que este lo lograse.
Leyenda recogida por: Carlos Burgo Ferrero
Lugar: Santa Croya de Tera
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Volvemos con la idea de continuar añadiendo contenidos a nuestro blog con el fin de, tal vez, crear este año un nuevo número de nuestra revista enTÉRAte. Seguiremos incluyendo relatos, como el de octubre (Kike y el fútbol, de Patricia Ganado) y comenzamos también un ciclo de leyendas locales, del mismo modo que hicimos el año pasado con los artículos sobre los pueblos de la zona y que, todavía, se pueden leer en su mayoría en el antiguo blog del centro alojado en blogger.
En fin, nuevo curso, nuevos proyectos y a seguir adelante (que no es gerundio pero como si lo fuera).
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Patricia Ganado, 1.º C ESO, curso 2009-2010
Había una vez un chico llamado Kike al que le encantaba jugar al fútbol. Era alto, fuerte, también era el mejor jugando al fútbol en el colegio; también era muy listo, y después de clase sólo se le podía encontrar en el campo de fútbol dando toques y entrenando. Con él siempre estaba su entrenador y mejor amigo Nachete. Nachete era la caña, siempre animaba las cosas aunque no se pudiera animar más. Él también era alto pero más fuerte. Tenía todo tipo de amigos. Era muy listo.
Un día llegó una niña nueva. Ella empezó muy bien el instituto y se llamaba Lola. Era más lista y jugaba mejor al fútbol que Kike. Él no lo soportó y eso le afectó mucho en los estudios y en el fútbol. La razón de que le afectara era que si sacaba malas notas no le dejarían jugar al fútbol porque ese el pacto que Kike les había prometido a sus padres. Tenía que sacar más de un siete.
Kike estaba acostumbrado a dar toques todos los días y como dejó de hacerlo, el pie derecho se le enfrió y se le durmió el tendón.
Pasó un mes y medio. En ese mes Kike les demostró a sus padres que podía sacar buenas notas. Así por fin pudo jugar al fútbol. El único inconveniente era que, al dormirse su tendón, se le olvidó dar toques y patadas con el balón. Su amigo Nachete le ayudó. Así, cogió práctica.
Kike pensó que esto no iba a quedar así, así que pensó un buen rato hasta que se le ocurrió una idea. Un buen partido amistoso. Se lo comentó a Nachete y él estuvo de acuerdo. Fueron a decírselo a Lola y ella estuvo encantada.
Kike formó su equipo y estaba compuesto por: tres delanteros, Amapola, Kike y Óscar; tres medios, Bea, Tomasen y Juan Carlos; una portera, Natalia, y cuatro defensas, Vero, Yoly, Hernán y Juanjo. No nos olvidemos de nuestro entrenador, Nachete.
El gran día sería el cinco de julio a las siete y media de la tarde. El partido sería retransmitido por los deportes del telediario. Ukelele vs Mesopotamia (a Lola le gustaba la historia antigua).
Llegó el gran día y todos estaban muy entrenados. El árbitro se llamaba Jiménez y dio el pitido de saque. Sacó primero Ukelele. Esto estaba muy interesante. Los dos equipos eran muy buenos pero por desgracia sólo podía ganar uno o ninguno. El primero gol lo marcó el equipo de Kike. ¡Llevaban ventaja! Lo marcó Amapola. El segundo también fue de Ukelele, en el minuto 54, por Bea, de penalti. El siguiente por desgracia fue de Lola. Llegó el minuto 89 y marcó Pablo, compañero de Lola. Hubo tiempo de descuento pero no se marcó gol.
Quedaron empate y eso significaba que Ukelele y Mesopotamia eran igual de buenos. Lola y Kike fueron muy buenos amigos y juntaron sus equipos. Ganaron, junto con Nachete, de entrenador, las siguiente cinco temporadas porque ya se iban del instituto.
Y esta es la historia de cómo dos enemigos pasaron a ser muy buenos amigos.
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Excursión a Las Médulas |
Rosana Bartolomé y Almudena García
Se trata de la mayor explotación de oro del Imperio Romano. Estuvo en funcionamiento durante dos siglos aproximadamente, en torno a los años 30/40 d.C. y finales del s. II.
Este paisaje es el resultado de un tipo de explotación minera denominado ruina montium, o derrumbe de los montes.
La visita duró unas dos horas y durante el recorrido pudimos aden-trarnos en la Cuevona y en alguna de sus galerías.
Finalmente llegamos al mirador de Orellán y desde allí contemplamos la maravillosa panorámica que podéis observar al inicio de este artículo.
Os dejamos aquí algunas otras de las fotografías que hicimos de este paraje. Esperamos que os gusten.
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